ALMAS EN PENA:
No todas las almas alcanzan el descanso tras la muerte, pues hay algunas que están condenadas a vagar por la tierra durante largo tiempo, a veces durante toda la eternidad.
Para que un alma goce del descanso eterno es necesario que sea enterrada apropiadamente en un terreno consagrado para ello (cementerio). De lo contrario, el alma corre sin descanso por el mundo de los vivos, buscando a alguien que le de una oportuna sepultura.
Se cuenta en algunos poblados de México, el caso de un monje que fue enterrado en un cruce de caminos, lejos del campo santo, cuya sepultura aparecía revuelta todas las mañanas. Los monjes de su monasterio se dieron cuenta de su error, comenzaron a desenterrarlo y en ese momento se les apareció el viejo monje, que les dijo “enterradme en sagrado que estoy en el cielo”: Y así hicieron.
Muchas veces, el difunto ha cometido grandes pecados, y está obligado a redimirlos, bien en el Purgatorio, bien formando parte del séquito de el entierro o bien realizando trabajos para los vivos.
Pero no debemos creer que los difuntos sólo se nos aparecen de forma fantasmagórica: A menudo se convierten en animales, como pájaros, cerdos o mariposas, que se acercan a los vivos para enviarles un mensaje. En este sentido, las aves agoreras, aquéllas que anuncian la muerte y otro tipo de desgracias, no son más que ánimas reencarnadas.
En otras ocasiones, el alma no descansa debido al incumplimiento de una promesa que debíamos de haber cumplido en vida, o por no haber sido celebrado el funeral debido.
Mirad el cielo en una noche de verano: Está lleno de luminarias, de centelleantes estrellas. Mas, ¿qué es aquél reguero informe de aspecto lechoso que cruza el firmamento? Es la Vía Láctea…formada por almas…que tras la muerte realizan…el camino de la sepultura a el cielo.
CARRUAJE DE LA MUERTE:
En algunos pueblos de México hay personas que afirman haber visto a un carruaje negro que anda por los aires durante las noches, buscando las almas de los muertos. Es negro, no se le ven los caballos, no lleva conductor y sobrevuela silenciosamente las casas de los moribundos.
Según otras versiones, el carruaje de la muerte consiste en un coche que viene por las noches a buscar vecinos. Lleva ruedas de corcho para que no se le sienta, es arrastrado por dos caballos y conducido por el alma de la última persona que falleció ese año en la iglesia. Se para ante la puerta de la casa de un vecino, llama un individuo a la puerta y dice “Salga Fulano, que aquí lo buscan”: El aludido sale y entonces en ese momento lo meten en el carro y ya no se le vuelve a ver más…
EL DESTINO DEL ALMA.
Cuando una persona está agonizando no es bueno mantener una vela encendida en su habitación, pues le prolongará la agonía. Tampoco es bueno taparlo con sábanas de cáñamo, pues dificultan la salida del alma y prolongan también por lo tanto la agonía.
Tras la muerte, el alma toma forma de paloma y sale por una de las ventanas de la casa, y es costumbre poner velas encendidas en cada una de las ventanas, para que de esta manera el alma sepa por dónde va cuando abandona el cuerpo. En muchas pueblos se le tiene miedo reverencial al alma del difunto, y así tras la defunción de un vecino, se sacan las vacas de los establos y se les aleja del pueblo para evitar que les de mal.