Son muchas las leyendas y las historias que se cuentan sobre las brujas… verrugas horribles, escobas voladoras, gatos negros que las rondan… hasta oscuros pactos con el Diablo!!
Se las asocia muy a menudo con maldad y con oscuridad, tal vez porque se las sabe amigas de la luna y de la noche, y lo maligno siempre se ha contrapuesto a la luz, a lo luminoso. Quizá solo fueron mujeres que no adoraron a más dios que la noche o la madre Tierra (quién mejor que ellas conocí­a las propiedades ocultas de las plantas, regalo de la naturaleza a quien supiera entenderlo?). Y quizás ese paganismo tuvo un precio demasiado alto para muchas…
En las sociedades primitivas, la agricultura y la recolección era terreno de las mujeres. Mientras los hombres salí­an a cazar, las mujeres aprendieron, primero, a elegir, de entre los que la naturaleza les ofrecí­a, los alimentos aptos de los que no lo eran. Más tarde, aprenderí­an que eran capaces de “dominar” este proceso de algún modo, y hací­an crecer alimentos por sí­ mismas. Esto requerí­a una mayor observación de la tierra, de los fenómenos naturales, del clima, las estaciones… un mayor contacto con su entorno (y esto lo seguimos observando en las mujeres a las que luego se llamó brujas).
También, en muchas sociedades antiguas, ha habido cierto temor a la mujer, sobre todo por la incomprensión de algunas de sus capacidades. La mujer engendra vida (por supuesto, tarea imposible sin un hombre) y este mecanismo por el que un bebé nací­a del cuerpo de la mujer resultó incomprensible mucho tiempo… y ya se sabe que lo desconocido suele ser amigo del miedo.
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