"Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela"
(Salmos 34:14).
Alguien atormentaba Benjamín Franklin, acusando la
Constitución americana de ser una farsa. "¿Donde está todo
el éxito qué ella nos garantiza?" dijo en ton de burla.
Franklin, sonriendo, contestó: "Mi amigo, la Constitución
nos garantiza solamente el derecho de buscar la felicidad".
El salmo 34, en el versículo 14, nos dice para no solamente
buscar la paz, pero seguirla con diligencia.
El cristiano aprende, en su vida a los pies del Salvador, a
buscar su felicidad. La Palabra de Dios nos promete
bendiciones con abundancia cuando colocamos nuestras vidas
delante del altar del Señor. Es nuestro Pastor y creemos que
siguiendo sus enseñanzas, nada nos faltará.
Y se nada nos falta, es cierto que nuestra vida será llena
de paz, de amor, de alegría, de victorias y de felicidad. Y
para que eso acontezca, necesitamos no solamente buscar a
Jesús, fuente de felicidad, pero, encontrándolo seguirlo
todos los días de nuestra vida.
El hombre anhela tener paz, pero no está dispuesto a seguir
el Príncipe de la paz. Quiere una vida llena de amor pero
trata con indiferencia el Dios que es puro amor. Anhela
ardientemente encontrar la felicidad pero busca en lugares
equivocados. Jesús es la felicidad y fuera de él todo es
pasajero y dudoso.
De la misma forma que necesitamos alejarnos del mal para
encontrar la paz, debemos alejarnos de los engaños del mundo
para encontrar y disfrutar la verdadera felicidad. y se
queremos vivir bien, gozando de todo cuanto hay de bueno
para el nuestro regocijo, es necesario seguir las pisadas de
nuestro Maestro. No correremos el riesgo de entrar por
atajos peligrosos y ni de perder el rumbo en dirección a la
felicidad eterna.
Si usted ya encontró Jesús, encontró también la felicidad.
la siga con diligencia.
Por Paulo Barbosa
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