Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu….
– Nos amamos…- empezó el joven
– Y nos vamos a casar….- dijo ella.
– Y nos queremos tanto que tenemos miedo…queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán… algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos…que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
– Por favor…-repitieron – hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes… tan enamorados…y tan anhelantes esperando su palabra…
– Hay algo….-dijo el viejo- pero no sé…es una tarea muy difí­cil y sacrificada…
– Nube Azul… -dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos… deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte… si lo atrapas, deberás traerlo aquí­ con vida el tercer dí­a después de luna llena…¿Comprendiste?
– Y tú, Toro Bravo…-siguió el brujo- deberás escalar la montaña del trueno…cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí­, viva…el mismo dí­a en que vendrá Nube Azul… Salgan ahora!
Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada… ella hacia el norte y él hacia el sur…
El dí­a establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contení­an las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas…eran verdaderamente hermosos ejemplares…
– Y ahora qué haremos…-preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
– No – dijo el viejo.
– Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne?- propuso la joven.
– No – repitió el viejo.- Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí­ por las patas con esta tiras de cuero… cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres…
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedí­a y soltaron los pájaros…el águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí­ hasta lastimarse….
Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto… son ustedes como un águila y un halcón… si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose… sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro…
Si quieren que el amor entre ustedes perdure…
“Vuelen juntos…pero jamás atados”.

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