Cuando yo era pequeño, mi madre solí­a coser mucho.
Un dí­a me senté cerca de ella y le pregunté qué estaba haciendo. Ella me respondió que estaba bordando. Pero como yo sólo podí­a observar el trabajo de mi madre desde atrás, lo que estaba haciendo tení­a un aspecto bastante confuso.
Le pregunté por qué usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué todo el bordado era tan desordenado. Ella sonriendo me sugirió que saliera a jugar un momento y que me llamarí­a cuando hubiera terminado su bordado. Entonces te sentarás en mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición.
Una media hora más tarde me llamó y me quedé sorprendido y emocionado al ver un bello atardecer en el bordado. No podí­a creerlo.
Muchas veces a lo largo de los años mirando al Señor pregunté: “Dios, ¿Qué estás haciendo?”.
í‰l respondió: “Estoy bordando tu vida.”
Entonces yo le repliqué: “Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿por qué no son más brillantes?”
Y Dios parecí­a decirme: “Hijo mí­o, ocúpate de tu trabajo que yo estoy haciendo el mí­o. Un dí­a vendrás de vuelta a casa, te pondré sobre mi regazo y entonces entenderás”
Nos cuesta entender, que nuestra vida no es un accidente. Dios está trabajando intensamente en nosotros a través de cada detalle, cada hora y cada minuto. Recuerda, Dios no malgasta tiempo. Cada minuto es aprovechado al máximo, porque í‰l te ama.
Cortesí­a de Eloisa Amador
Tomado de “Alimento para el Alma”

Deja tu comentario

Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!

0 Shares:
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You May Also Like