subastas Un hombre rico y su hijo tení­an gran pasión por el arte. Tení­an de
todo en su colección de pinturas, algunas eran sumamente antiguas y
caras.
Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte,
desgraciadamente, el hijo fue a la guerra. Fue muy valiente y murió
en la batalla mientras rescataba a otro soldado.
El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su
único hijo. Un mes mas tarde, justo antes de la Navidad, alguien tocó
a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al
padre: "Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien
su hijo dio la vida. í‰l salvó muchas vidas ese dí­a, y me estaba
llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho,
muriendo así­ instantáneamente. í‰l hablaba muy a menudo de usted y de
su amor por el arte".
El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete: "Yo sé que
esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo
le hubiera gustado que usted recibiera esto". El padre abrió el
paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado.
í‰l contempló con profunda admiración la manera en que el soldado habí­a
capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba
tan atraí­do por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos
propios se llenaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y
ofreció pagarle por el cuadro. "Oh no, Señor, yo nunca podrí­a pagarle
lo que su hijo hizo por mí­. Es un regalo".
El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada
vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba
el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galerí­a. El hombre
murió unos meses más tarde y se anunció una subasta con todas las
pinturas que poseí­a.
Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de
hacerse con un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma
estaba el retrato del hijo. El subastador golpeo su mazo para dar
inicio a la subasta con el retrato del hijo, "quién ofrece por este
retrato?". Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la
habitación grito: "Queremos ver las pinturas famosas", "Olví­dese de
esa".
Sin embargo el subastador insistió: "Alguien ofrece algo por esta
pintura?… $100.00?… $200.00?". Otra voz gritó con enojo: "No
venimos por esa pintura, venimos por los Van Goghs, los Rembrandts.
Vamos a las ofertas de verdad"
Pero aun así­ el subastador continuaba su labor: "El Hijo, El Hijo,
Quién se lleva El hijo?". Finalmente una voz se oyó desde muy atrás
de la habitación:
"Yo doy diez dólares por la pintura". Era el viejo jardinero de la
casa. Siendo un hombre muy pobre, era lo único que podí­a
ofrecer. "Tenemos $10?, Quién da $20?", gritó el subastador. La
multitud se estaba enojando mucho. No querí­an la pintura de El Hijo.
Querí­an las que representaban una valiosa inversión para sus propias
colecciones.
El subastador golpeó por fin el mazo: "Va una, van dos, VENDIDA por
$10". "Empecemos con la colección!", gritó uno. El subastador soltó
su mazo y dijo: "Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta
llegó a su final".
"Pero, y las pinturas?", dijeron los interesados; "Lo siento",
contestó el subastador; "cuando me llamaron para conducir esta
subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del
dueño. Yo no tení­a permitido revelar esta estipulación hasta este
preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO serí­a subastada.
Aquel que la aceptara heredarí­a absolutamente todas las posesiones de
este hombre, incluyendo las famosas pinturas. El hombre que aceptó
quedarse con EL HIJO se queda con TODO".
Y así­ fue…
REFLEXIí“N:
Dios nos ha entregado a su Hijo, quien murió en una cruz hace 2,000
años. Así­ como el subastador, su mensaje hoy es:
"EL HIJO, EL HIJO, QUIí‰N SE LLEVA EL HIJO?".
Quien ama al Hijo lo tiene todo.
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas os serán añadidas.", Mateo 6:33.

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