El concepto “yo†es la raíz del pensamiento, el programa fundamental, origen de la dualidad, sobre cuya declaración se edifica todo el universo fenoménico, toda manifestación. El pequeño yo, o yo conceptual, no deja de ser la fragmentación del Yo Soy absoluto e indiferenciado, la gran consciencia, la Luz del campo global del universo.
Por tanto el yo es como una puerta batiente entre lo relativo y lo absoluto, según se libere de limitaciones conceptuales o se mantenga en ellas. En el ámbito del condicionamiento, de lo relativo, el yo -con sus predicados y afirmaciones o negaciones- configura la realidad que es infinita en su potencial de manifestaciones. Entonces tenemos dos facetas en las que trabajar, por un lado meditar, descansar en el ser sin predicados, mantener una presencia atenta sin conceptos, el verdadero Yo Soy, lo que nos permitirá volver al absoluto mismo, a lo inefable, el poder original e inconcebible de la verdad última, la vacuidad; y por otro lado canalizar positivamente la actividad del yo relativo por medio de darle forma conscientemente, es decir, dirigir la creación de nuestra consciencia-Luz al no identificarnos con sus producciones sino con la misma fuente, y así ordenar/organizar su flujo.