La clave está en la Motivación
El castigo puede ser una estrategia excelente para frenar la conducta en el momento, pero, ¿qué está sintiendo, pensando, decidiendo un hijo luego de ser castigado? ¿Estará sintiendo ganas de hacer las cosas bien la próxima vez?
El castigo genera respuestas a corto y mediano plazo que desmotivan e invitan al resentimiento, revancha, rebelión y retraimiento. Si analizamos la respuesta de cada uno de los hijos de la familia Bermeo, seguro encontraremos uno de estos efectos.
Rudolph Dreikurs, psiquiatra y educador estadounidense, dejó una gran lección sobre la que debería fundamentarse toda estrategia educativa: “Un niño que tiene mal comportamiento, es un niño desmotivado” Desde esta premisa, los padres debemos comprender que en lugar de pensar cómo ganarle al niño, debemos ganarnos al niño.
Solo cuando logramos motivarlos y los animamos a querer ser mejores, podremos influir en el desarrollo de sus habilidades futuras para la vida. Si mantenemos esta perspectiva, surgen los ingredientes fundamentales para una educación basada en la disciplina positiva: firmeza y amabilidad.
La firmeza es un requisito necesario para poder ubicar los límites claros. Las expectativas y proyecto familiar son ubicados únicamente por los padres. La firmeza es respetuosa tanto para el niño, como para el adulto; porque así ambos sabrán qué se espera de cada uno de ellos. Y la amabilidad deberá ser el mejor compañero de la firmeza, porque mediante ésta, un padre será capaz de escuchar el corazón de su hijo y de sintonizar con su sentir, pensar y actuar.
Estas claves educativas deberán ser utilizadas de manera constante y ser los lineamientos básicos para la educación en las diferentes edades, en cada una de ellas lo que podría variar son las herramientas.
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