autoestop «Esto ocurre en 1976. Dos jóvenes probaban un automóvil nuevo. En las afueras de la ciudad recogieron a una joven que hací­a autoestop. Como el auto sólo tení­a dos puertas, uno de los chicos tuvo que bajarse para que la desconocida se situara en la parte posterior. Los chicos iban rápido en una zona de curvas, pues querí­an probar la potencia del carro.
En ese momento, la misteriosa pasajera, que hasta el momento no habí­a pronunciado palabra, advierte: Cuidado, muchachos, porque en las curvas que están por pasar ha  habido muchos accidentes; las conozco todas.
Los chicos giran sus cabezas para tranquilizar a la pasajera y el conductor reduce un poco la velocidad para complacerla. Uno de los chicos comenta: ¿Vio, señorita?: otros pueden matarse aquí­, pero nosotros pasamos muy bien.
La pasajera, sin embargo, no responde. Los chicos reparan de sopetón en que… no hay nadie allí­ excepto ellos mismos…. Incluso detienen el auto para cerciorarse. No hay nadie.. Un escalofrí­o les recorre la espina dorsal.. Solos en la carretera de noche, sólo las estrellas y ellos son testigos de lo que pasó.»
 
 

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