En un principio la religión de los egipcios fue politeí­sta. Muchos dioses y de muy diversas procedencias y sin clasificación alguna. Los egipcios parecí­an sentir una singular complacencia en multiplicar sus dioses por cualquier medio imaginativo y circunstancial.
En esta época caótica se adoraba a Amon-Ra, el gran Ser, el Eterno, cuya compañera recibí­a distintos nombres, según las localidades, y ya era llamada Neith, ya Muth, ya Buto. Knufis o Knet era el espí­ritu creador del Universo, el gran demiurgo. Ptha pasaba por ser el gran organizador y el gran conservador. Menoes equivalí­a al Pan helénico, Suk, a Cronos; Dyom, a Jano o a Júpiter; Thme, a la Justicia; Thot, a Hermes; Athor, a Venus; Anuké, a Vasta.
Pero, para aumentar la confusión, cada uno de estos dioses era adorado bajo diferentes formas, ya con forma humana, ya con cuerpo humano y la cabeza del animal que lo simbolizaba, ya bajo la figura die este mismo animal.
Para llevar cierta claridad y algún orden a la mitologí­a egipcia conviene dividir a sus dioses en tres clases:
•    Dios primordial y sus derivaciones.
•    Dioses siderales y fí­sicos.
•    Dioses con formas humanas e históricas.
DIOSES CON FORMAS HUMANAS EN EGIPTO
Todas las anteriores deidades lo eran del cielo. Más populares lo fueron para los egipcios, y son más conocidas de la posteridad, las divinidades de la tierra. Entre éstas fueron las más importantes aquellas que constituyen la triada Osiris, Isis y Horo, las cuales forman una leyenda humana análoga a las fábulas de Grecia y Roma.
¿Cuál es el origen de esta leyenda?
Fre se encarnó en Osiris, bajó. a la tierra y él y sus descendientes (los Osiriadas) reinaron treinta mil años.
A Osiris se debe la conquista y civilización del valle del Nilo. Osiris inventó las ciencias y las artes y se las comunicó a los hombres. Osiris es el prototipo del monarca bienhechor. Y siempre estuvo acompañado por Thot, el escritor sagrado y confidente, el supremo sacerdote del culto osiriano.
Esposa y hermana de Osiris era Isis. Hijos de aquél, Macedo y Anubis. Hijo de Osiris y de Isis, Horo. Osiris marchó a conquistar, acompañado de Anubis y Macedo; gobernando a Egipto dejó a Isis, asesorada por Thot y Djom (el Hércules egipcio). Para los griegos, Osiris fue hermano de Apolo. Osiris sometió toda la Etiopí­a, encauzó el rí­o Nilo, atravesó Arabia y llegó hasta India. En Tracia, después de haber dado muerte al rey, estableció a Marón en la cesta occidental, donde levantó la ciudad Marenea, y dejó a Macedo en una región que por él se llamó Macedonia.
En su ausencia, Tifón, dios del mal, hermano de Osiris, habí­a intentado apoderarse de Egipto. Pero unas veces los consejos de Thot pararon la insidia, y otras los arrestos de Djom obligaron a Tifón a desistir de sus intentos. Y
a en Egipto Osiris, Tifón le invitó a un magno banquete, durante el cual logró encerrar a Osiris en un cofre y arrojar éste al Nilo, por cuya boca Tanita dio el cofre en el mar. Grandes fueron los dolores y mayores: las aventuras de Isis hasta encontrar el cofre. Ya dueña del cuerpo de su amado esposo, hace que lo embalsame Anubis y ella se dirige; a visitar a la diosa Buto, madrina y nodriza de Horo.
De nuevo Tifón encuentra el cuerpo de su hermano; lo despedaza en catorce trozos que arroja a otras tantos puntos de la isla del Delta. Nuevamente la dolorosa Isis se dirige en busca de esos pedazos amados por las siete bocas del Nilo; pero no logra encontrar sino trece trozos; le falta el órgano de la generación, que ha sido comido por los peces llamados lepidotes y oxirrincos, malditos desde entonces. Hora, inmortalizado por Hato, ya mayor, lucha y vence a Tifón y a los cómplices de éste, recobrando la corona egipcia.
Isis, segunda divinidad de la triada terrestre, viene a ser lo que entre las divinidades celestes circenses Bulo, Athor, Neith y Pooh, y en su calidad de gran madre amamanta a su hijo Horo.
Si Osiris representa al Nilo fecundante, Isis simboliza a la tierra propicia fecundada; si Osiris es el Sol, Isis es la Luna, recibiendo de aquel astro la. luz y el influjo.
Hora —llamado también Uro, Or, Ar— fue le, tercera divinidad de la triada terrestre. Vengador y sucesor de su padre, fue mirado como el propio Osiris, y en concepto de tal se le tributaron idénticos honores.
Osiris era el Sol que muere -cada dí­a; Horo, el Sol que cada dí­a nace. Los griegos, que consideraron a Horo como a su dios Apolo, dieron a aquel dios una hermana gemela, Bubasti, a semejanza de Artemisa, hermana gemela de Apolo. Anubis fue hijo de una involuntaria unión de Osiris con Nef té, espesa de Tifón. La piadosa Isis perdonó a Osiris y recogió a Anubis, educándolo al lado de Horo.
Anubis, por haber embalsamado el cuerpo de Osiris, fue considerado como el dios que presidí­a el paso de la vida a la muerte; cuando llegaba la hora suprema en que el alma abandonaba su cuerpo, Anubis depositaba a éste en el ataúd y llevaba al alma a las silenciosas y fantásticas regiones del Amenti. Anubis moraba en la Enea fatal que separa el imperio de la luz del reino de las sombras, y era. representado—por su fidelidad en la guarda—con cabeza de perro. Macedo, otro hijo de Osiris, tení­a cabeza de lobo. En el ejército de Osiris iba a la vanguardia, emblema ele la impetuosidad. Anubis, a la retaguardia, emblema de la vigilancia.
Tifón, hermano de Osiris y de Isis, personificaba todo lo funesto o maligno. En lo fí­sico era la debilidad extrema, todas las formas monstruosas o contrahechos. En lo moral, prototipo del vicio, de la envidia, de la ambición, de la. hipocresí­a, de la rebelión, de la calumnia. Los egipcios le creí­an el mar inmenso y tenebroso que se tragaba las aguas fecundantes del sagrado Nilo. Le estaban consagrados el verraco, el escorpión y. en general, todos aquellos animales cuya apariencia habla tomado para realizar sus fechorí­as. Así­, el cocodrilo, ya que para huir de la venganza de Hora se transformó en horrible saurio.
Thot, emanación del Thot celeste que ya he mencionado, era una deidad terrestre, el prototipo del sacerdote y del sabio. El fue quien dio a Isis los cuernos de vaca en sustitución de la diadema que le habí­a quitado Horo. Se le atribuye la invención de la aritmética y del alfabeto, de la música, del comercio, de la moneda, de la lira de tres cuerdas.
Djom, que entre las deidades celestes representaba. funciones de ejecutor de la justicia, entre las terrestres desempeñaba un carácter eminentemente guerrero. Hércules egipcio, era el encargado de mantener la paz y defender la tierra contra los enemigos de los dioses. Sate o Na era la diosa de la verdad y de la justicia.
Suan, diosa de los partos; Besa, diosa de los oráculos dados por medio de cartas cerradas.
Salete, diosa e hija del Nilo; Ambo, la Isis subterráneo, diosa de los infiernos; Anuke sí­mbolo del fuego celeste.
De tal suerte, el pueblo egipcio, que empezó adorando a un solo dios, que después multiplicó sus dioses, que llegó a adorar a los animales y hasta a las plantas, volvió al punto de partida de sus creencias, adorando nuevamente a un solo dios, en el que resumí­a y compendiaba sus pasadas idolatrí­as.
DIOSES SIDERALES EN EGIPTO
Inmediatamente después de estos tres dioses, pero antes que las restantes deidades, hallábanse las doce siderales, los seis Cabiros varones y los seis Cabiros hembras, cada uno de los cuales tení­a una esfera o espacio para gobernar. Se les suponí­a hijos de Ftha, y estaban gobernados por Fre.
Los Cabiros varones eran llamados: Djom, Pi, Ertosi, Surot, Pi-Hermón y Remfa.
Los Cabiros hembras: Illit (la luna), Saté (el éter), Anuké (el fuego), Buto (la atmósfera), Athor (el agua) y Nefté (la tierra).
A continuación de los Cabiros estaban los Decanos deidades inferiores, cada una de las cuales tení­a bajo su influjo un tercio del signo zodiacal, y siendo, por tanto, en numero de treinta y seis.
Los doce Cabiros están representados presidiendo sendos signos zodiacales, y debajo de cada Cabiro un grupo de tres Decanos. Los Decanos eran los genios tutelares del horóscopo y les era atribuido un cierto poder la mismo para el bien que para el mal. Genio tutelar de cada hombre era el Decano-Horóscopo que a su nacimiento regí­a.
DIOS PRIMORDIAL EN EGIPTO
Al dios primordial se le llamó Piromi, el excelso; este dios viví­a desde la eternidad inactivo. Cuando se decidió a crear fue llamado Knef. A Piromi, creador de la luz o transformado en luz, se le mencionó como Ftha. A Piromi Sol se le dio el nombre de Fre.
Estos tres dioses, Knef, Ftha, Fre—en realidad uno mismo—, formaron la primera trinidad egipcia. Cada uno de ellos es Piromi. Los tres juntos son Piromi. Knef, criador, varón y hembra y a la vez, se unió con la palabra divina, y de esta unión nació el segundo demiurgo Ftha, dios del fuego y de la vida, quien, a su vez, creó la Tierra (Tho) y el cielo (Potiris). Como era también varón y hembra, se dividió y dio origen Pan-Mendes, el poder masculino de la producción, y a Hefestóbula, el poder hembra de la generación.
De la cópula divina salieron Pi-Re o Fre, el Sol, y, Pi-Ioh, la Luna; aquél, el ojo derecho del cielo; ésta, el ojo izquierdo.
Por tanto, las ocho deidades principales del primitivo Egipto fueron: Piromi – Buto, Knef – Neith, Ftha -Athor y Fre-Athor; deidades eternas, emanaciones o transformaciones de la inteligencia suprema.
Knef, primera revelación de Piromi y primera deidad de la triada suprema (Knef, Ptha y Fre), fue conocida con numerosos nombres: Nef, Nev Nub, Nuf, Num, todos ellos sin la K inicial.
Unido a los diferentes atributos asignados a un mismo dios en cada localidad, motivó que se creyera que eran distintos dioses a1 que era uno mismo.
Así­, Ammón fue el propio Knef; y como los sacerdotes sabí­an que los tres dioses de la triada eran un solo dios, dieron el nombre de Ammón a cada uno de ellos: Ammón-Knef, Ammón-Ftha y Ammón-Fre- Desde entonces Ammón resumió todos los nombres del dios más excelso para los egipcios. Y a Ammón se dedicaron los más soberbios templos en todo el paí­s.
Ftha, segunda persona de la trinidad egipcia, era igualmente la segunda manifestación del dios primordial, Piromi; posiblemente se le creí­a hijo de Knef y Neith. En un orden de sucesión, Piromi es el dios preexistente; Knef, la voluntad creadora, y Ftha, el fuego primitivo.
Del Ftha, organizador y artí­fice del mundo, salieron dos deidades: Ftha. varón, o Pan-Mendes, y Ftha, hembra, o Athor, la Venus áurea,
Algo semejante que con Ammón pasó con Ftha-Athor. Se le confundió con Neith, con Buto y fue más tarde individualizada en Isis-Athor. Y ya con este nombre o con el de Isis asumió la representación del elemento femenino de la divinidad.
Fre, llamado también Ra, es el tercer demiurgo o la tercera manifestación del incomunicable Piromi. En el lenguaje teológico y trascendental de Egipto, Fre es el que emana de Ftha. Fre es el fuego individualizado, el fuego-luz, el Sol. De Fre emanaron: los planetas, los soles—de cada dí­a, del saliente y del poniente, de cada estación del año—, los dioses terrestres cuyas aventuras reflejan fenómenos celestes, diversas personificaciones heroicos.
Por ser de los grandes dioses el único visible, Fre fue considerado como el gran dios, y hasta algunos mitólogos le pusieron al frente de la primera triada.
ENCARNACIONES EN LA MITOLOGIA EGIPCIA
En la teologí­a egipcia tuvo importancia capital el sistema de las encarnaciones, y fue éste el origen del culto tributado a los animales, ya que en éstos se encarnaban los dioses. Osiris se encarnó en el buey Apis, de pelo negro, con una mancha blanca triangular en el testuz, otra en el costado derecho en forma de media luna, y otra en el lomo. Se le representa a Osiris-Apis con el disco solar entre los cuernos.
Sejet era la diosa gata, hija del Sol, castigadora de los culpables en el mundo infernal. Thot se encarnó en el ibis, anuncio de las inundaciones del Nilo y emblema de la sabidurí­a. Tifón se encarnó en el hipopótamo.
La comadreja fue adorada en la Tebaida; la musaraña, en Bulo; el macho cabrí­o, en Mendes; la cabra, en Coptos; el milano, en Hieracópolis.
Sin embargo, todas las divinidades egipcias quedaron relegadas a un segundo término al aparecer, durante la dinastí­a de los Lágidas. el culto de Serapis. dios equivalente, según las opiniones más autorizadas, a Osí­ris-Apis, o, mejor, a Apis muerto y adorado en Menfis y en una capillita erigida entre las rocas de la costa.
Desde entonces Serapis sumó todos los atributos deicos; a Serapis se le rindieron, sumados, todos los honores. Serapis quedó asimilado con Amman, con Knef, con Zeus, con Aplo, ya que desde el reinado de Ptolomeo I todo el afán de los egipcios fue identificar sus divinidades con las de los griegos.
Serapis formaba triada con Isis y con Horo. El culto de Serapis se extendió por Asia, Tracia, Grecia e Italia. Solamente en Egipto tuvo, según declara el orador Arí­stides—siglo II de la era cristiana—, cuarenta y tres magní­ficos templos.
Sus principales atributos eran la tiara cilí­ndrica, las flores de loto, los signos del Zodí­aco y una serpiente en espiral que rodeaba su cuerno. Su semblante tení­a mucha semejanza con el de Zeus Olí­mpico.
CULTO A SERAPIS
Sin embargo, todas las divinidades egipcias quedaron relegadas a un segundo término al aparecer, durante la dinastí­a de los Lágidas. el culto de Serapis. dios equivalente, según las opiniones más autorizadas, a Osí­ris-Apis, o, mejor, a Apis muerto y adorado en Menfis y en una capillita erigida entre las rocas de la costa.
Desde entonces Serapis sumó todos los atributos deicos; a Serapis se le rindieron, sumados, todos los honores. Serapis quedó asimilado con Amman, con Knef, con Zeus, con Aplo, ya que desde el reinado de Ptolomeo I todo el afán de los egipcios fue identificar sus divinidades con las de los griegos.
Serapis formaba triada con Isis y con Horo. El culto de Serapis se extendió por Asia, Tracia, Grecia e Italia. Solamente en Egipto tuvo, según declara el orador Arí­stides—siglo II de la era cristiana—, cuarenta y tres magní­ficos templos.
Sus principales atributos eran la tiara cilí­ndrica, las flores de loto, los signos del Zodí­aco y una serpiente en espiral que rodeaba su cuerno. Su semblante tení­a mucha semejanza con el de Zeus Olí­mpico.
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