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incomprensión al encuentro entre pueblos diferentes.
Nuestra Señora de Guadalupe visita México y concreta un
milagro de evangelización inculturada. Ella se manifiesta escuchando y
respondiendo desde el lugar de sus interlocutores, asumiendo integralmente el
modo de ser y situación de cada uno de ellos. Origina así acciones obedientes
que suscitan progresivamente el protagonismo generalizado de todos los demás.
De ese modo, un par de personas son sus mensajeros y una el primer destinatario
de su pedido; algunos se ofrecerán para edificar la ermita que la Virgen
solicita y, luego, la totalidad de los habitantes de la ciudad, sin faltar
nadie, irán a admirarla, a estar con Ella y a formar parte de su
acontecimiento.
milagro de evangelización inculturada. Ella se manifiesta escuchando y
respondiendo desde el lugar de sus interlocutores, asumiendo integralmente el
modo de ser y situación de cada uno de ellos. Origina así acciones obedientes
que suscitan progresivamente el protagonismo generalizado de todos los demás.
De ese modo, un par de personas son sus mensajeros y una el primer destinatario
de su pedido; algunos se ofrecerán para edificar la ermita que la Virgen
solicita y, luego, la totalidad de los habitantes de la ciudad, sin faltar
nadie, irán a admirarla, a estar con Ella y a formar parte de su
acontecimiento.
El diálogo es entonces el camino que la Virgencita utiliza
para comunicar y conducir a concretar todo su mensaje de vida, para hacer
superar una situación de mutua incomunicación entre dos pueblos. Para animarlos
a dejar atrás un conjunto de interrelaciones sociales muy conflictivas; una
coyuntura histórica de mutua incomprensión y sin posibilidad humana de
solucionarse. Es que indios y españoles, sumamente fieles a sus respectivas
religiones, que ocupaban el centro de sus mundos, y precisamente por esa
centralidad y heroica fidelidad existencial y buena fe, no podían llegar a un
punto de encuentro.
para comunicar y conducir a concretar todo su mensaje de vida, para hacer
superar una situación de mutua incomunicación entre dos pueblos. Para animarlos
a dejar atrás un conjunto de interrelaciones sociales muy conflictivas; una
coyuntura histórica de mutua incomprensión y sin posibilidad humana de
solucionarse. Es que indios y españoles, sumamente fieles a sus respectivas
religiones, que ocupaban el centro de sus mundos, y precisamente por esa
centralidad y heroica fidelidad existencial y buena fe, no podían llegar a un
punto de encuentro.
Pero Nuestra Señora de Guadalupe, integra en sí misma y hace
unir con su intervención, sus modos de ser y fidelidades, sus consecuentes
conductas y cosmovisiones, que no podían dejar de desencontrarse. Ella,
milagrosamente, afirma, asume, superpone y hace crecer actitudes, vivencias,
signos y conocimientos previos de orden religioso propios de ambos pueblos,
conciliando lo antiguo de cada uno con la novedad que le presentaba el otro.
Sin herir la sensibilidad del exclusivista catolicismo español, que no aceptaba
nada que no fuera su modo específico de entender, expresar y practicar la
religión, y adaptándose perfectamente al pluralismo indio, que admitía cambios,
crecimiento y aportes de otros en lo religioso, aunque con la condición de que
se conservara lo anterior. Americanos y europeos, de modo diferente pero en la
continuidad y consumación de sus creencias previas, vieron en Ella a la Madre
de su Dios de siempre y de todos los seres humanos.
unir con su intervención, sus modos de ser y fidelidades, sus consecuentes
conductas y cosmovisiones, que no podían dejar de desencontrarse. Ella,
milagrosamente, afirma, asume, superpone y hace crecer actitudes, vivencias,
signos y conocimientos previos de orden religioso propios de ambos pueblos,
conciliando lo antiguo de cada uno con la novedad que le presentaba el otro.
Sin herir la sensibilidad del exclusivista catolicismo español, que no aceptaba
nada que no fuera su modo específico de entender, expresar y practicar la
religión, y adaptándose perfectamente al pluralismo indio, que admitía cambios,
crecimiento y aportes de otros en lo religioso, aunque con la condición de que
se conservara lo anterior. Americanos y europeos, de modo diferente pero en la
continuidad y consumación de sus creencias previas, vieron en Ella a la Madre
de su Dios de siempre y de todos los seres humanos.
La Señora se aparece en el cerro del Tepeyac, sitio donde
ancestralmente los indios habían venerado a esa mujer tan especial. Y lo hace,
plenificándolos y poniéndolos al servicio de su manifestación y del anuncio del
Evangelio, los positivos sentidos maternos prehispánicos que implicaba ese
lugar; sentidos muy valiosos, ya presentes entonces en estas tierras, antes de
la llegada del cristianismo.
ancestralmente los indios habían venerado a esa mujer tan especial. Y lo hace,
plenificándolos y poniéndolos al servicio de su manifestación y del anuncio del
Evangelio, los positivos sentidos maternos prehispánicos que implicaba ese
lugar; sentidos muy valiosos, ya presentes entonces en estas tierras, antes de
la llegada del cristianismo.
De inmediato también, ante la estampación de Nuestra Señora
de Guadalupe, Fray Juan de Zumárraga y sus ayudantes reconocerán, en la Sagrada
Imagen impresa en la tilma de Juan Diego, a la Madre por excelencia. Vieron en
Ella a la Inmaculada, a la Mujer descripta por el libro del Apocalipsis, y
luego también, al conocer su nombre, a la que se llamaba igual que la Patrona
de Extremadura, que era la patria de Cortés y de la mayoría de los
conquistadores. De este modo la Virgencita, siempre capaz de recibir y
comunicar a Jesús, encarnó y comenzó a desencadenar en ese momento y con su
visita, una doble inculturación del Evangelio, concretándola Ella misma y
suscitando que todos sus interlocutores la vivieran, desplegaran y continuaran.
de Guadalupe, Fray Juan de Zumárraga y sus ayudantes reconocerán, en la Sagrada
Imagen impresa en la tilma de Juan Diego, a la Madre por excelencia. Vieron en
Ella a la Inmaculada, a la Mujer descripta por el libro del Apocalipsis, y
luego también, al conocer su nombre, a la que se llamaba igual que la Patrona
de Extremadura, que era la patria de Cortés y de la mayoría de los
conquistadores. De este modo la Virgencita, siempre capaz de recibir y
comunicar a Jesús, encarnó y comenzó a desencadenar en ese momento y con su
visita, una doble inculturación del Evangelio, concretándola Ella misma y
suscitando que todos sus interlocutores la vivieran, desplegaran y continuaran.
Impresiona hoy cómo Ella, que sigue presente y obrando de modo semejante, tiene
una capacidad de diálogo y comunicación que trasciende dicha época, sigue
produciendo las mismas consecuencias y es siempre actual.
una capacidad de diálogo y comunicación que trasciende dicha época, sigue
produciendo las mismas consecuencias y es siempre actual.
Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en
forma personal e interior, lo que hemos leído recién.
forma personal e interior, lo que hemos leído recién.
En un momento de silencio y de encuentro entrañable con
Nuestra Señora de Guadalupe y con San Juan Diego encomendamos a nuestra iglesia
diocesana, a monseñor Ojea, para que desde la diversidad sigamos siendo signo
de la presencia de Dios.
Nuestra Señora de Guadalupe y con San Juan Diego encomendamos a nuestra iglesia
diocesana, a monseñor Ojea, para que desde la diversidad sigamos siendo signo
de la presencia de Dios.
Ave María
Poema
Oración final