Poderosa Virgen Santísima de Guadalupe,
Madre de Dios,
Señora y Madre
nuestra.
nuestra.
Miranos aquí
postrados ante tu santa imagen,
postrados ante tu santa imagen,
que nos dejaste
estampada
estampada
en la tilma de Juan
Diego,
Diego,
como prenda de amor,
bondad y
misericordia.
misericordia.
Aún siguen resonando
las palabras
las palabras
que dijiste a Juan
con inefable ternura:
con inefable ternura:
«Hijo mío
queridísimo,
queridísimo,
Juan a quien amo como
a un pequeñito y delicado,»
a un pequeñito y delicado,»
cuando radiante de
hermosura
hermosura
te presentaste ante
su vista
su vista
en el cerro del
Tepeyac.
Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma
esas mismas palabras.
Sí, eres nuestra
Madre;
Madre;
la Madre de Dios es
nuestra Madre,
nuestra Madre,
la más tierna, la más
compasiva.
compasiva.
Y para ser nuestra
Madre
Madre
y cobijarnos bajo el
manto de tu protección
manto de tu protección
te quedaste en tu
imagen de Guadalupe.
imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de Guadalupe,
muestra que eres
nuestra Madre.
nuestra Madre.
Defiéndenos en las
tentaciones,
tentaciones,
consuélanos en las
tristezas,
tristezas,
y ayúdanos en todas
nuestras necesidades.
nuestras necesidades.
En los peligros,
en las enfermedades,
en las persecuciones,
en las amarguras,
en los abandonos,
en la hora de nuestra
muerte,
muerte,
míranos con ojos
compasivos
compasivos
y no te separes jamás
de nosotros.
de nosotros.
